De movilizaciones y paros Imprimir
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Escrito por hector luis manchini   
Lunes, 07 de Abril de 2025 11:04

indignados sindicalistas ricos trabajadores pobresEn una sociedad civilizada el diálogo es la manera de resolver los conflictos, esto es llegar a un acuerdo mediante el ida y vuelta de propuestas y reclamos hasta llegar al justo punto que corona una acertada conciliación o avenimiento que permita al país continuar con su actividad habitual esto es clases en los colegios, atención en los hospitales, transporte que lleve a los lugares de trabajo, etc.

En Argentina, en el país de sindicalistas ricos y trabajadores pobres, ese no es el camino, porque los que dicen representar a los obreros a la fuerza, no conocen otra forma de dirimir las controversias que no sea mediante movilizaciones, marchas y paros de actividades que impiden la libre circulación de los ciudadanos que intentan laborar duramente para mantener a sus familias y lograr el bienestar de sí mismo y de su prole y huelgas que causan un gran daño a la Nación pues nadie va a invertir un peso en fuentes de trabajo genuino donde están a merced del antojo sindical.

Esto implica que los dirigentes gremiales que habitan en majestuosas casas, se conducen en autos de alta gama y son heredados en el arte de la presión, la amenaza y la falta de respeto de los derechos de aquellos que se levantan cada día a dar lo mejor a sí, por hijos y allegados que constituyen castas contrarias a la democracia republicana, alentando la violencia social e impidiendo la gobernabilidad, poniendo palos en la rueda una y otra vez para que el orden que debe reinar en el quehacer cotidiano no debe alterarse arbitrariamente por grupos violentos y prófugos del trabajo honrado, actuando como izquierdistas de derecha, sin voluntad ni capacidad para lograr el justo salario, el bienestar general reemplazándolo por la violencia sin limite, ya que saben perfectamente que los paros y las marchas jamás han conseguido beneficios para los trabajadores sino que han impuesto - arrasando con los derechos de todos los que no participan del quiebre institucional - el barullo, la prepotencia para no perder los privilegios mal habidos por el apriete brutal.