Gracias vieja por no haberme abortado cuando disfrutaba de la paz de tu vientre materno.
Gracias a la madre de mis tres hijos que me motivaron a pelear sin descanso por la vida.
Gracias también a mis nueras por proseguir con el embarazo y dar luz a mis tres hermosos y amados nietos.
Escribo esto abrumado por la multitud de mujeres jóvenes clamando el asesinato de la persona por nacer si en algún caso las sorprende en una concepción no querida.
Sería un necio si ante esta multitud de niñas y adolescentes que llenaron las calles de la CABA insistiera con el nacimiento aun en supuestos que son rechazados abiertamente sin proponer una solución de alternativa que eludiendo a la muerte encontrara un espacio para la vida.
En efecto todas esas mujeres que no quieren a los niños que pueden llevar en sus entrañas al punto de elegir asesinarlos antes de concretar su nacimiento, pueden aceptar si la ley que se dicte lo permite, llevar la preñez hasta el alumbramiento y allí en forma inmediata se los otorgara a un registro de adopción en tanto existen miles de otras mujeres ansiosas de ser madres y brindar todo el cariño que llevan en su corazón para rescatar del corredor de la muerte a la que los han condenado sus progenitoras naturales y satisfacer todas sus necesidades de alimentación, abrigo y cobijo, esto es amor en última instancia.
El Congreso de la Nación tiene la potestad de dictar la ley pertinente para brindarles una oportunidad de vida a aquellas personas por nacer que una sorprendente multitud de mujeres jóvenes hoy, 08/03/2018, han clamado en la Plaza de Mayo por su muerte impune.