En la reunión que el Papa Francisco mantuvo con los niños refugiados de Palestina expuso dos argumentos que a los argentinos nos vienen como anillo al dedo "Que el pasado no determine sus vidas, no mirar atrás sino hacia adelante, en el futuro" y la segunda observación relevante fue “Que la violencia no se resuelve con violencia sino con paz, trabajo, por el bien de la Patria”.

En su visión universalista de la realidad los pensamientos expuestos por Francisco son válidos en todo el mundo pero rescato lo dos precitados como datos de reflexión para pueblo y gobierno argentino en tanto un pasado pleno de controversias y enfrentamientos, acentuados en los últimos años, han creado abismos aparentemente insalvables entre hermanos que han llegado a partir en mil pedazos la unión nacional que manda la Constitución Nacional y en el presente asistimos a enfrentamientos insólitos entre amigos, familias y obviamente en la sociedad toda en distintos ámbitos que van desde las canchas de fútbol hasta las legislaturas y miembros de las distintas fuerzas políticas.

El pasado que nos condena al enfrentamiento perpetuo que nos impide lograr la paz que hace la concordia, el agravio y peleas que cada vez terminan peor, incluso con la muerte, como manera de afirmar la sinrazón de nuestra verdad obviando el diálogo que nos llevaría a hallar acuerdos enriquecedores que nos harían superar conflictos y lograr el desarrollo tan apetecido por el bien de la Patria.

El pasado pisado, acudir inveteradamente a vivir en el recuerdo del pasado pleno de odio nos ha hecho llegar a esta situación de atraso, división y anarquía en tanto ningún sector es el dueños de la verdad absoluta; el intercambio amistoso, el abrazo de hermanos, es la llave que nos pondrá en el camino de la unión, la Paz y el desarrollo.

No podemos dejar a nuestros hijos y nietos un país asentado en viejas diferencias, en controversias estériles porque ya no están, el paso del tiempo las hizo desaparecer y lo único valioso debería ser una sincera reconciliación donde el pasado ocupe su rol de sucesos ocurridos, que fueron y no tiene lugar en este presente que exige nuestros mejores esfuerzos .

Por otro lado la violencia integral que nos sucedió y que nos sucede debe eliminarse con justicia, abatiendo la corrupción y la impunidad de manera tajante pero conforme a derecho, y logrado el objetivo empezar de cero, con espíritu generoso y laborioso en procura del bienestar general tan frecuentemente olvidado por nuestros gobernantes.

Construir un país con paz, pan y trabajo, con educación salud, seguridad y justicia se logrará sin duda si, siguiendo el consejo del Papa Francisco, no dejamos que nuestras vidas estén determinados por el pasado, cumpliendo el rol que nos ha tocado en paz, reconociendo en el otro a nuestro hermano, rechazando la violencia para resolver el conflicto y la justicia de hombres y mujeres honestos, capaces, trabajadores, independientes y comprometidos definitivamente sea.