Franz Kafka en su obra "El proceso " narra que su personaje Josef K. es arrestado en la habitación de la casa en la que vivía sin obtener respuesta alguna del motivo de tal restricción de su libertad. Interrogando a los que aparentaban tener autoridad para ese procedimiento reclama que se le explique de qué se lo acusa y qué autoridad dirige la investigación, obteniendo como respuesta: "No se si está acusado, la verdad es que está detenido y yo no sé más.... -No tiene derecho a salir, está detenido. -Así parece- dijo K y añadió en seguida -¿Por qué?- y los otros responden -No estamos aquí para decírselo. Vuelva a su cuarto y espere. El procedimiento ya está en marcha de modo que lo sabrá todo en el momento oportuno-" (El proceso, págs. 29 y 37 y 38, de Franz Kafka, Editorial Edicomunicación.s.a., año 1999).

Que así las cosas un infortunado día del año 2008 recibo una querella promovida por la Dra. Beatriz Ambrogio por calumnias e injurias y el reclamo de una indemnización de 200.000 pesos en tanto la citada funcionaria afirmaba que yo era responsable de un inmenso agravio a su persona cuyos detalles aparecían imprecisos y como sucede con Josef K. en la obra “El Proceso”, jamás pude determinar el hecho ilícito que el suscripto habría cometido contra la funcionaria judicial y que pudiera provocar tamaña turbación del animo en la misma. La única causa que invocaba como acción de mi malicia era que yo había tenido el atrevimiento de ser abogado apoderado de mi hijo, parte querellante en una causa de lesiones graves o gravísimas, pero no podría afirmarlo con certeza pues tal imputación no sólo no era un hecho ilícito sino la natural actuación de un abogado respecto de su cliente.

Pensando el asunto me presenté ante el Juzgado a cargo de la Dra. Ivonne San Martin (Zapala) y le exprese en términos claros y precisos, en un escrito rigurosamente formal, que yo no podía ser el querellante particular del que habla el art. 70 del Código Procesal Penal de Neuquén, pues no había sido particularmente ofendido por delito alguno como así tampoco jamás fui autor de algún ilícito respecto de la querellante.

Que solamente era abogado apoderado de la parte querellante en el expediente donde se investigaban las lesiones graves o gravísimas que sufriera mi cliente por la alevosa agresión de dos violentos y que yo conforme al poder que acompañé era el abogado que lo representaba.

Esto es que no podía comprender porque el abogado de la parte que se había constituido como querellante en la causa debía ser sujeto de una querella de tamaña magnitud y así opuse lo que en derecho se llama “falta de legitimación pasiva” esto que si la Dra. Ambrogio se sentía ofendida por cualquier requerimiento penal que afectara a su persona el mismo era realizado por el que firma, cumpliendo estrictas instrucciones de su mandante, esto es mi cliente, cuya pretensión me pareció viable para ser sometida a la decisión final de la justicia, ante la omisión en que habría incurrido la funcionaria, limitándose mi rol a cumplir los deberes y obligaciones que asume cualquier abogado con la persona que representa en juicio.

Así me veo involucrado como criminal sin saber, como Josef K. en “El Proceso” de Franz Kafka, cuál es el delito que en realidad la Dra. Ambrogio me imputa en la causa “Ambrogio Beatriz c/Manchini Héctor Luis s/querella por calumnias e injurias” Expte. Nº 5537-Folio 312-Año 2008.

Hay que vivirlo en la piel para saber la enorme amargura y tristeza que implica padecer durante cinco años el trámite de una causa penal a un individuo que en su vida como persona y como magistrado ha respetando estrictamente las normas del hombre y de Dios sin obtener más que respuestas evasivas y tolerar la angustia del sometimiento a un proceso penal que nunca debió existir pues durante todo ese tiempo de inquietud todavía no sé de qué se trata el juicio, qué pretende de mi y del resultado de esta causa la Dra. Beatriz Ambrogio.

Sobre este libro “El Proceso” muy poco leído por abogados y jueces se ha dicho: "Novela inacabada de Franz Kafka, publicada por Max Brod en 1925, jamás en obra alguna de todas las épocas y países se ha pronunciado una diatriba semejante contra la justicia humana. Toda la obra es una sátira feroz contra lo absurdo de los procedimientos judiciales que hacen que el protagonista, termine por no saber si es inocente o culpable y vaya sereno al sacrificio, en nombre de la justicia que no existe” (Ver contratapa obra ya citada).

Circunstancias como la narrada me han llevado a afirmar que en la provincia del Neuquén no existe justicia alguna para el hombre de a pie, respecto del cual tanto se puede armar una causa como en el caso precitado para mortificar durante cinco años a un hombre decente y su familia y así salvar la eventual omisión negligente de un funcionario, o de lo contrario prescindir de cualquier investigación o trámite, para que ese que no es afín al que manda, tenga como resultado final de las lesiones alevosas y su incapacidad, un gris decreto de archivo o insubsistencia.