Luego de seis años y medio de arar en el desierto, de intentar que se haga justicia con mi hijo Pablo que víctima de la insensatez de violentos hijos del poder hoy pelea por disimular la incapacidad que le causaron las alevosas lesiones gravísimas sufridas, frustrado por infinitas e injustas negativas a mis reclamos, triste y cansado había decidido abandonar, la querella desiste me dije, en la próxima audiencia será una vez más la burla por respuesta y no vale la pena seguir fracasando en una justica de cartón, exclusiva de amigos y afines.
En eso estaba cuando me topo con una nota editorial del diario La Nación On Line del 16/03/2014 que bajo el título: "Desactivar la indefensión" me dice: " Desesperanza o indefensión aprendida. Tal es la traducción del fenómeno conocido como "learned helplessness" acuñado por investigadores de los Estados Unidos, que se refiere a la condición de quien, como consecuencia de una situación dolorosa percibida como inexorable, ha aprendido a responder desde el desaliento, asumiendo un comportamiento pasivo, aun cuando cuente con oportunidades para evitar la circunstancia dolorosa. Esa percepción y el sentimiento que de ella deriva suelen ser denominados "estrés inescapable”. El experimento inicial realizado por la Universidad de Pennsylvania en 1967 consistió en observar la reacción de perros que trataban de repetir una acción ya concretada con anterioridad luego de ser sorpresivamente impactados por una descarga eléctrica, un estímulo adverso al que no podían escapar. Se comprobó entonces que el animal pasaba automáticamente a dejar de evitar el dolor al constatar que era inútil tratar de cambiar la situación. Más aún, cuando aparecían oportunidades para escapar al estímulo, la desesperanza aprendida les impedía toda reacción, sumergiéndolos en una única respuesta posible: la resignación.
Coincidiendo con los argumentos de la editorial concluí que los argentinos hemos intentado en estos diez años de gobierno clientelar y de caudillos provinciales, una y mil veces obtener respuestas razonables a nuestro clamor de educación, salud, trabajo vivienda y salarios dignos, seguridad, y por sobre todas las cosas justicia encontrando en todos los casos la negativa frustrante, el silencio ominoso, la ausencia de respuesta idónea y como había decidido yo con el juicio de Pablo, hartos de tanta adversidad, desistimos resignados.
No señor, desistir resignadamente es la peor decisión, pues ello es sinónimo de derrota, de darse por vencido y si realmente queremos cambiar este modelo de gobierno insensato y justicia parcial, debemos luchar por nuestras legítimas razones y aunque dejemos jirones de piel en el intento e incluso la vida misma, la batalla hay que darla, para que la verdad y la ley triunfe, por nosotros, por nuestros hijos, y nietos, por los pibes que una sociedad resignada hoy condena a matar o morir y que una victoria contundente de la sensatez, de los hombres buenos, los devolverá a la senda de la razón y la paz.
No te des por vencido ni aun vencido/,no te sientas esclavo, ni aun esclavo;/trémulo de pavor, piénsate bravo/,y arremete feroz, ya mal herido.//Ten el tesón del clavo enmohecido/ que ya viejo y ruin vuelve a ser clavo;/ no la cobarde estupidez del pavo /que amaina su plumaje al primer ruido. //Procede como Dios que nunca llora;/o como Lucifer que nunca reza; /o como el robledal cuya grandeza/ necesita del agua y no la implora/. ¡Que muerda y vocifere vengadora/ ya rodando en el polvo tu cabeza! Almafuerte (1854/1917)
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