Con fecha 18 de abril de 2015, en una excelente e inquietante nota de Nicolás Cachanosky [1] afirma en su título que “El kirchnerismo dilapidó el equivalente a dos planes Marshall”, explicando a los lectores del artículo que estamos comentando que el plan en cuestión fue pergeñado por el Secretario de Estado americano George Marshall que ideó un plan de asistencia financiera para la reconstrucción económica de los países beligerantes. El plan se valía de dos herramientas, por un lado EEUU daría dólares a los beligerantes principalmente europeos para que los mismos pudiesen reconstruir su infraestructura y economía destruida por la violencia infinita de la 2da guerra mundial y además para importar bienes estadounidenses, teniendo entre sus fines que los países participantes procedieran a desregular sus economías y abrirse al comercio internacional, todo lo cual motivó, en lo que nos interesa, la reconstrucción paulatina e integral de las naciones que participaron en el conflicto lo cual podemos apreciar incluso hoy que ello fue todo un éxito, remarcando aquí que una porción de lo planeado perseguía contener el avance de la ex URSS, nación que explícitamente rechazó participar de él por considerarlo una política de “imperialismo norteamericano”.
Los fondos del Plan Marshall que duró 4 años, de 1948 a 1951, se distribuyeron per cápita a los distintos países, priorizándose a los aliados y a aquellas naciones consideradas fundamentales para la recuperación económica del resto de la región. El Plan Marshall significó una ayuda actualizada que va entre los 112 y 120 mil millones de dólares en valores actualizados[2].
Ahora bien, en la república Argentina el Dr. Néstor Kirchner que asumió la presidencia del país en mayo de 2003 en momentos en que se salía de una crisis y reservas en recuperación destacando que desde esa instancia hasta fines del 2014 el producto bruto interno de nuestro país alcanzó un total de 215 mil millones de dólares, destacando que como siempre sucedió para obtener divisas tales ingresos estaban integrados sustancialmente por las exportaciones de oleaginosas y cereales (soja, trigo, maíz, etc.) y apuntando que implicaba el doble del total que el plan Marshall distribuyó entre 18 países lo que significaba 7 veces el equivalente al país con mayor participación del mencionado plan.
Entiendo necesario indicar que es el PBI (Producto Bruto Interno) al que hemos hecho referencia anteriormente, y en tal sentido señalamos que está compuesto “por el valor de los bienes y servicios finales producido durante un período de tiempo en un territorio y que solo se refiere a bienes y servicios finales porque sus precios incorporan el valor de los bienes intermedios. Por ello incluir los bienes intermedios conllevaría a una doble contabilización[3]”.
En cuanto al método para calcular el PBI utilizamos el método del ingreso que consiste en cuantificar los ingresos recibidos por todos los agentes en la economía en razón de su participación en la producción. Se considera como ingreso a: las remuneraciones, el consumo de capital fijo, los impuestos a la producción e importación y el excedente de explotación.
Para tener una idea simple de la solidez relevante que tenía el valor de los bienes que recibieron los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner destacamos que el primero asumió con un ingreso en concepto de la cosecha de soja de 257 u$s por tonelada y la segunda en su primer mandato 426 u$s la tn (ambos precios de Chicago) y en el segundo mandato 465 u$s la tn. apuntando a título ilustrativo que el Ing. Mauricio Macri al asumir lo hace con la soja a 348 u$s la tn.
Resumiendo hasta aquí corresponde señalar que con el doble de lo generado por el Plan Marshall que consiguió al fin de su desarrollo hacer desaparecer la pobreza y miseria heredadas por la guerra, durante el kirchnerismo, la asistencia ha crecido consistentemente. Con un argumento carente de toda seriedad el Indec sostenía que no publicaba estimaciones de pobreza alegando que ello les resultaba muy difícil.
Por otro lado el economista e historiador Barry Eichengreem hace constar que en 1951 al finalizar el Plan Marshall todos los países que participaron del proyecto tenían un PBI 35% superior a los valores de 1938 (preguerra) lo que equivale a un crecimiento anual de 2,2%, mientras que las estimaciones privadas del PBI (ARKLEMS[4] del 2014) contra el pico de 1998 fue de 2,6% es decir un crecimiento promedio prácticamente igual que el que se consiguió con el Plan Marshall reconstruyendo íntegramente la destrucción total de los países beligerantes mientras que Argentina con una infraestructura intacta que no fue víctima de ningún tipo de guerra ni confrontación y con el doble del producto bruto interno recibido al tiempo de asumir los períodos presidenciales el kirchnerismo dejó como legado una economía en estanflación esto es la situación económica de un país que se caracteriza por un estancamiento económico a la vez que persiste el alza de los precios y el aumento del desempleo[5], circunstancia que nos hace sospechar que faltó honradez en la gestión del gobierno kirchnerista, que se ve reafirmada por los múltiples juicios que tramitan en la justicia federal, todos ellos con la imputación y procesamiento de delitos de corrupción que encuentran como dificultad para avanzar y culminar con la condena pertinente y el rendimiento de cuentas que nos sacaría fácilmente de la crisis en todas las ramas de la actividad económica y social con tazas de desempleo jamás vistas, la industria y trabajadores que fugan hacia otros países buscando el futuro que el kirchnerismo les negó sin dar las explicaciones que debía y restituir todo aquello mal habido para reconstruir la nación.
Como bien señala el Prof. Nicolás Cachanovsky, “el kirchnerismo no heredó una situación económica y social peor a la de los europeos luego de la 2da guerra mundial. No obstante dispuso del equivalente a dos Plan Marshal o a 7 veces los recursos del país más beneficiado por este plan” y por ello se puede afirmar con lo que nos muestra la realidad que no solo no corresponde alabar al gobierno kirchnerista como aquel de la década ganada sino que lo cierto es que fue oportunidad perdida.
La situación en la que hoy se encuentra la Argentina a la cola de todos los países del mundo y me atrevo a decir que el último lugar lo está peleando cabeza a cabeza con Venezuela.
Sin duda llena de tristeza y amargura comprobar que un país para el cual Juan Bautista Alberdi le auguró sinceramente pertenecer al grupo privilegiado de los mejores del orbe hoy haya perdido toda credibilidad, no existen inversiones y los empresarios y mentes brillantes se marchan en búsqueda de certeza.
Los gobiernos kirchneristas le han hecho un grave daño a la Argentina, sin duda el peor de toda su historia desde su independencia, circunstancia ésta que nos obliga a no perder la memoria, a tener conciencia plena que estamos en manos de la peor tiranía que puede padecer una nación y sin duda como señala el profesional cuya nota he descripto, “Argentina no necesita actualizar el modelo k; lo que el país necesita con urgencia es un giro de 180°”.
[1] Profesor adjunto de Suffolk University, Boston, EEUU y candidato a un doctorado de la misma institución y columnista del instituto CATO, Washington D.C.
[2] Lo enunciado ut supra le pertenece casi en su integridad al trabajo que venimos comentando del Prof. Nicolas Cachanosky
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