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Argentinos y las cosas PDF Imprimir E-mail
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Escrito por hector luis manchini   
Miércoles, 07 de Octubre de 2009 11:56
Periódicamente los ciudadanos somos llamados a las urnas para elegir a nuestros representantes políticos. Aquel conjunto de personas que tiene la obligación de regir nuestros destinos, de gobernarnos conforme a los principios establecidos en el preámbulo de la Constitución Nacional y a los derechos y garantía consagrados en las Leyes Fundamentales de la Nación y de cada una de las Provincias.-.
En términos generales nuestros mandatarios deben actuar con el fines de lograr el bienestar general. Esto es que aquellos que han concurrido a las urnas y la población en general goce en plenitud los derechos de salud, educación, seguridad, justicia, vivienda digna, trabajo, etc.-
En verdad los preceptos que contemplan las potestades indicadas no dejan de ser más que una expresión de deseos, pues unos y otros son obviados y quedan en promesas incumplidas.
Así vivimos en un país que no existe en verdad, en el famoso país jardín de infantes referido precisamente por la Sra María Elena Walsh. Respecto de esta obra vale la pena remarcar “La autora "está muy cansada", no por los recortes que haya sufrido porque volverán a crecerle como el pelo y porque de ellos la compensa el infinito privilegio de integrar la honorable familia de sus compatriotas, sino por compartir el peso de la frustración generalizada. Porque es célula de todo un organismo social y no aislada partícula. Porque más que la imagen del país en el exterior le importa y duele el cuerpo de ese país por dentro” (Clarín, 16 de agosto de 1979. [Reproducido en Desventuras en el País Jardín-de-Infantes, Buenos Aires: Sudamericana, 1993. 13-18. Versión digital preparada por Marina Herbst.] © José Luis Gómez-Martínez ). 
Reflexionemos respecto de esta atinada información de una mente brillante. Hoy gobernar deja de ser una responsabilidad para transformarse en un juego donde unos pocos gozan de los beneficios constitucionales y aún más y otros padecen la aventura de vivir.
Más allá de índices sin fundamento, el desempleo, la desnutrición infantil, el incremento de delitos contra la honestidad, la violencia incontrolable y disimulada por el propio sistema de las maneras más sutiles y sofisticadas, la falta de debida atención en hospitales y centros de salud, por carencia de elementos humanos o técnico, la depreciada educación, la justicia ausente, etc., generan un escenario lamentable que requiere de ideas, planes y obras concretas que superen el deterioro señalado.-
Se requiere una actitud de grandeza, de trabajar en la acción de gobierno más allá del día a día o de la especulación mezquina por un espacio de poder más o menos. Se exigen las decisiones trascendentes que lleven la riqueza y el bienestar a todos los rincones del país. 
Se privilegie a los niños, el gran capital que mata la pobreza o los lleva de la mano a un destino de oprobio.-
Digamos basta a las discusiones de los poderes sobre asuntos que poco interesan al hombre común. Deje de ser noticia si falta un diputado o sobra un senador; si el Poder Ejecutivo compra un avión más o una chatarra menos.
Que se respeten los derechos humanos del sujeto común (el famoso Juan de ese periodista tan especial que fue Osvaldo Ardizzone) de ese que no sabe del derecho a la salud, la educación, la seguridad, la justicia, el trabajo, la vivienda, etc.
Argentinos que tienen la responsabilidad de gobernarnos: ¡¡A las cosas!!. Al respecto Ortega y Gasset han dicho: “Con ello quiero indicar que yo no importo; que importan sólo las cosas de que vamos a hablar y sugiero que tengo una gran fe en mi prédica ?paladina o solapada, pero constante, ante los argentinos?, mi prédica que les grita: ¡Argentinos, a las cosas, a las cosas! Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos. No presumen ustedes del brinco magnífico que dará este país el día que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente, a abrirse el pecho a las cosas, a ocuparse y preocuparse de ellas directamente y sin más, en vez de vivir a la defensiva, de tener trabadas y paralizadas sus potencias espirituales, que son egregias, su curiosidad, su perspicacia, su claridad mental secuestradas por los complejos de lo personal” (Ortega y Gasset, “El Hombre a la defensiva”, en Meditación del pueblo joven, op. cit. p.211.).
Concreten el bienestar general que consagra nuestra Carta Magna y fue el contenido de tantas promesas incumplidas.
 
 
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