Cada día aparece más amenazante Javier Milei y sus delirios traducidos en promesas imposibles de cumplir como lo es la dolarización sin dólares, o la educación para pocos, la venta de órganos sin restricciones ni límites, su desprecio por la Constitución Nacional y las instituciones y valores que ella consagra, resultando a la vez de su decir que la idea es gobernar en soledad rechazando la democracia republicana que no entra en sus planes respetar pues en Argentina habrá una sola fuente de poder que es ni más ni menos que sus delirantes ideas que nos llevarían a la disolución, a la desaparición de la faz de la tierra de la República Argentina que sería reemplazada por el absolutismo mileisiano.
Parece una fantasía, pero lamentablemente no lo es, sino que ya ha generado el rechazo de sus colegas a los que tildó de fracasados, y de personalidades relevantes que van desde Fernández Meijide hasta Beatriz Sarlo en un documento donde instan a que concurran a votar la mayor cantidad de ciudadanos posibles para mantener vigente la democracia.
En el mismo sentido se ha indicado que la revista The Economist «desnudó el riesgo democrático que implican los desvaríos de Milei, su personalidad intolerante y esotérica, su imaginería económica apenas enmascarada como exposición de teorías, su fragilidad política estructural. Lo más interesante de esa publicación es que desmiente el carácter presuntamente liberal de Milei. Si Milei es una amenaza para la democracia liberal, aunque inflame sus proclamas con fotocopias de cátedra austríaca, es más realista calificarlo como una versión local del fenómeno global del populismo de ultraderecha» (www.rionegro.com.ar 10/09/23) «Un nuevo eje ordenador» de Edgardo Moreno.
Lo expuesto en el párrafo anterior describe exactamente al candidato que a semejanza de Cristina Fernández tiene el propósito de intensificar la tragedia de un gobierno absoluto, autoritario donde sólo vale la voz y el decir del dictador, de derecha o de izquierda, al que se le teme intensamente.
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