Argentina fracasó en su intento de crecer aprovechando la vuelta de la forma de gobierno democrática y republicana vigente en los últimos 40 años.
Todo ello fue posible porque se priorizó el enriquecimiento de los que mandan autoritariamente abusando del poder que el pueblo les otorgó al tiempo del voto ya que muchas veces invocando la soberanía del pueblo se han cometidos atrocidades.
«La soberanía del pueblo, es el poder colectivo de la sociedad, de practicar el bien público, bajo la regla inviolable de una estricta justicia.»
Así, se ha dicho «El pueblo no es soberano sino de lo justo. El pueblo no es soberano de mi libertad, de mi inteligencia, de mis bienes, de mi persona, que tengo de la mano de Dios, sino que, al contrario, no tiene soberanía sino para impedir que se me prive de mi libertad, de mi inteligencia, de mis bienes, de mí persona. Cuando el pueblo o sus representantes, en vez de llenar este deber, son ellos los primeros en violarle, el pueblo o sus representantes no son criminales únicamente, son también perjuros y traidores» (Juan Bautista Alberdi, Obras Selectas).
Hoy el pueblo argentino ha consagrado como presidente a un economista liberal – Javier Milei – que coincide absolutamente con los preceptos jurídicos y normas éticas que manda la Constitución Nacional constituyendo una concreta esperanza para realizar las ideas de Alberdi poniendo punto final a tantas frustraciones y yerros que nos han llevado a la crisis social y económica que padecemos los argentinos.
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