El famoso «Zapalero» (Estrella del Valle) era un tren maravilloso que unía la Capital Federal con la ciudad de Zapala que naturalmente se constituyó en un medio de transporte que dio vida y desarrollo a una multitud de parajes en relevantes pueblos y ciudades en todo su recorrido, con coche comedor donde se forjaron fuertes vínculos de amistad e incluso matrimoniales poblando paulatinamente ese desierto inmenso que era la puerta de entrada a la Patagonia, Juan Bautista Alberdi señalaba: «El ferrocarril innova, reforma y cambia las cosas más difíciles sin decretos ni asonadas. El hará la unidad de la República Argentina mejor que todos los congresos. Los congresos podrán declararla una e indivisible; sin el camino de fierro que acerque sus extremos remotos, quedará siempre divisible y dividida contra todos los decretos legislativos».

Los argentinos somos reacios a tomar con seriedad la sabiduría de nuestros grandes hombres y por eso el camino de fierro que unía a toda la Nación un día, el dueño del poder, con la excusa que el tren era costoso, que generaba un déficit intolerable resolvió que debía cesar en su noble trajinar (recuerdo una tira de Quino en la que Mafalda acariciando la locomotora que la había llevado a Zapala le decía «Gracias y perdón por el déficit»)

Con el correr del tiempo el tren no sólo se lo extraña sino que es absolutamente necesario pues las rutas que nos llevaban con dificultades en los micros de larga distancia están hechas pedazos, los aeropuertos cercanos en Neuquén y San Martín de los Andes quedan a cientos de kms. Y así Zapala y las ciudades que crecían al paso del tren se están quedando vacías del elemento humano y el cierre de pequeñas y grandes empresas.

Lo expuesto es difícil de materializar, pero el «Zapalero» debe volver a correr sobre los caminos de fierro para revertir la despoblación que parece un asunto terminal.