Hay una sola manera de vivir, esto es honestamente y con la verdad.
Tal afirmación válida para la vida cotidiana, debe ser observada rigurosamente cuando se desempeña un cargo público.
El ciudadano no tiene esperanza de justicia si no se respeta a toda costa la imparcialidad de las decisiones y la división de poderes.
La voluntad ausente de libertad, la que es determinada por la imposición del poderoso de turno, es un acto de autoridad que ignora la voluntad general.
Como decía Alberdi, la libertad, la justicia, la igualdad no se decreta en un Congreso o por la decisión autoritaria de un individuo o de un grupo de ellos, es el fruto lento de la civilización.
Podemos engañarnos y decir que existe justicia, cuando aquellos encargados de administrarla, como señala el diputado Daniel Kogan, tienen un "...pánico reverencial al Poder Político ( diario Río Negro 29/10/08).
En verdad ésta brillará por su ausencia en esos casos, no habrá ciudadanos sino esclavos sumisos a la orden del que manda
Así, siempre siguiendo a Alberdi, las verdades vencidas en los estrados de tribunales llevará a la muerte inevitable de La Justicia y a la desdicha del pueblo.
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