Escrito por hector luis manchini
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Domingo, 06 de Febrero de 2011 16:25 |
Llegué a la provincia del Neuquén en el año 1980 . MIs antecedentes fueron suficientes para acceder a una de la secretarìas del Juzgado Civil de Zapala.
No era en realidad una tierra extraña para mí pues había cumplido con el servicio militar obligatorio en el Batallon de Ingenieros 181 con asiento en la Capital Neuquina.
Una maravilla. Neuquén capital y cada ciudad del interior provincial desbordaba en trabajo, producción, desarrollo. La instalación de famiilias era cotidiano y se descartaba un futuro pleno de realizaciones. No dudé que había acertado. Mis hijos tendrían esa vida mejor que tanto anhelaba.
Y realmente fué así, las maestras de la escuela primaria 257 de Zapala le brindaron a mis tres hijos una educaciçon plena de calidad a la que agregaron una gran dosis de cariño manifiesto y un plus de dedicación afìn con docentes que disfrutaban ejerciendo su vocación.
Lo mismo sucediò en la escuela técnica de Cutral Co ciudad donde trabajé como Juez y luego en las escuelas medias de mi primer destino.
Cutral Co y Plaza Huincul crecían sostenidamente con el impulso de YPF y Gas del Estado y Zapala con la cementera. las barracas, las madereras, la calera, etc.
Más al sur San Martín de los Andes era una aldea de montaña donde el turismo local y extranjero disfrutaba a pleno de sus bellezas naturales, los paseos, los restaurants y pubs, mientras el Hotel Sol de Los Andes lucía en todo su esplendor. Villa la Angostura era ya una alternativa interesante en la región de Los Lagos.
Pero algo pasó. Todo cambió. El viento y la tierra del desierto le estan ganando ampliamente a ese desarrollo que fué. En San Martín el maravilloso hotel Sol de los Andes hoy es una estructura sin vida, el camino de los siete lagos aun permanece inconcluso y el neuquino de otras ciudades del interior ya no llega a visitarla. Cutral Co y Zapala han sido devoradas por las salas de juego que han jaqueado las economìas familiares, la falta de trabajo y de posibilidades provocan la emigración de la población hacia la ciudad Capital o algún destino fuera de la provincia.
Ni una sola de mis palabras señalan una mentira e incluso me atrevo a afirmar que si este panorama no se revierte rápidamente los pueblos del interior del Neuquén tienen destino de extinción tal como sucedió en la Provincia de Buenos Aires.
Lo lamento, pero en año de elecciones pretendo llamar a la reflexión a aquellos que aspiren a gobernarnos para que proyecten las medidas que sean menester a los fines que Neuquén, en especial su interior, recupere la esperanza, y esta se traduzca en hechos. Que de una vez por todas las promesas `se cumplan, retorne la producción, el desarrollo, el trabajo, se concrete el deber de proporcionar salud, educación, justicia, seguridad y demás servicios esenciales, para que nuestros nietos puedan disfrutar de esta tierra generosa como lo hizo mi generación y la de mis hijos. |
Última actualización el Domingo, 06 de Febrero de 2011 16:35 |
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