En su libro "Catalogo de prácticas corruptas" la relevante socióloga Ruth Sautu, esta, pone de manifiesto que, "Para mí la corrupción es eso, una política de estado que profundice la desigualdad, que deja caer la educación y la salud pública" (Ruth Sautu, obra citada)
Así la profunda desigualdad que es de conocimiento público y notorio en la Argentina, donde a pesar del crecimiento del PBI, la clase media ha disminuido en número, por la acumulación sin pudor de riqueza por los pocos privilegiados que se acomodan en la cima del sistema y que en muchos casos ascendieron a la misma con una velocidad vertiginosa, tomando atajos, de la mano del poder y donde se destacan políticos y sindicalistas convertidos en inesperados y prósperos empresarios.
Donde la más descarada ostentación de lujos y placeres conviven con tasas de mortalidad infantil inusitadas, con niños y ancianos desnutridos, con familias numerosas sin un techo donde albergarse, con escuelas cerradas, con hospitales sin equipamiento material ni humano
Además de lo expuesto la corrupción ha quebrado la manera habitual de ascenso social, desalentando a los jóvenes brillantes, con cualidades destacables, con conocimientos que no pueden ser obviados y que son marginados de los empleos, de los cargos donde se adoptan las grandes decisiones nacionales, que son cuidadosamente descartados, humillados para que no insistan pues el sistema no los contempla.
En esta desafortunada Argentina ser idóneo, honesto, decente, fanático del riguroso respeto de los valores ha sido y es - hoy más que nunca - una virtud perjudicial para el que la porte. Tomemos un par de ejemplos que ilustran de esta afirmación: René Favaloro y Arturo Humberto Ilia.
El Dr. Favaloro además de un científico excepcional, fue un auténtico demócrata, austero, honesto, decente hasta la ingenuidad. Su fe en los valores lo llevó a pelear con funcionarios públicos y privados corrupto que le mataron el alma, que lo llevaron al suicidio.
El Dr. Arturo Humberto Illía, En su gobierno la educación, la salud y el trabajo ocuparon el primer lugar y fueron prioridades que se concretaron, que no se quedaron en promesas vacías de contenido. Los corruptos provocaron su destitución por los militares. El Dr. Illía culminó su vida en una casa que le donaron los pobladores de Cruz del Eje y fue el único presidente que renunció a la jubilación de privilegio.
Como conclusión de lo expuesto quiero pedirle a mis mandatarios, a mis representantes, que por donde corresponde, se adopten las medidas que sean menester para hacer trizas la corrupción que hoy ahogó en el pasado y nos está llevando a la anarquía más grave que pueda imaginarse, donde los pobres sufren y sufrirán los mayores perjuicios.
Basta de corrupción, de campañas políticas vacías de contenido, de gremialistas tan alejados del trabajador que dicen representar, de gobernantes de cartón, sin sustento, sin obras, sin imaginación para concretar soluciones. Si no se pone fin a tantas atrocidades, que han convertido en utopía a la democracia republicana, el abismo más profundo será el destino de esta desafortunada Nación y su sufrido pueblo. |