Quizás los años, la experiencia de tantos casos que conocí y decidí, quizás la vida siempre compleja pero con rumbo de futuro auspicioso, tal vez la nostalgia de los viejos tiempos de educación ordenada de guardapolvos blancos inmaculados, de maestras con asistencia perfecta, de profesores recapos en secundaria que tenían pasión por el conocimiento y los auténticos "notables" que nos formaron en la universidad en un tiempo serio, austero y riguroso, haga que no entienda este hoy, ya cerca de La Parca.
Y digo que no entiendo este momento de caos sin fin que se va extendiendo a todas las actividades, que afecta a chicos y grandes, que siempre tiene como perejil obligado al pobre, al hombre de a pie que no consigue trabajo, ha gastado la suela de sus zapatos golpeando puertas, tocando timbre por una changa por unos pesos en un país donde se acabó el trabajo genuino, donde sólo existe la dádiva electoral que dura lo que un suspiro, y así ese hombre común sin trabajo no puede mandar a sus pichones al colegio porque no tiene ni para vestirlos decentemente, darles comida y refugio.
Entonces cuando está pensando como ayudar al menos con una pizca de algo, se topa con gobernantes que se apresuran en destruir el medio ambiente, la economía tradicional del valle desertificando el interior de una provincia neuquina que hasta hace unos años antes que se instalaran los ominosos casinos, la maldición del fracking, la contaminación del medio ambiente en especial del agua confiaba en un destino relevante.
Nos equivocamos hoy desde tener que aguardar tres meses para conseguir un turno con un neurólogo sin que sirva de nada mostrar las manifestaciones del ACV que acaba de someterte, donde la emergencia médica se convirtió en una utopía inalcanzable, donde los pibes lejos del colegio se mueren con paco, o lo que sea, que toman colegios y los padres están de acuerdo donde matan a una niña alevosamente y después de 100 días no se sabe quien, como, cuando ni porqué, donde los mocosos se matan antes de cumplir los 15 con armas importantes y sin darse chance, donde la seguridad se convirtió en el bien más preciado y tan ausente.
No es tirar pálidas sólo poner de manifiesto que es necesario que esta anarquía institucionalizada se acabe se comience a dejar de lado el egoísmo de realizar el bien propio con dineros públicos y se comience a realizar el bien común, que la buena gente de esta Nación dejó de saborear hace demasiado tiempo. |