El Arzobispo de Santa Fe y titular de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor José María Arancedo, llamó a no acostumbrase a convivir con el delito, la inseguridad y la muerte y a las autoridades a "tomar conciencia de la gravedad de estos hechos" agregando que al momento de encontrar las causas de los hechos delictivos consideró que pueden concurrir diferentes motivos vinculados a la marginalidad, el avance de la droga, la ausencia de una cultura de valores que dé sentido a la vida y sostenga el nivel de nuestras relaciones, como también de una deuda pendiente de la política. (Ver diario Rio Negro del 05/03/2014).
Para no acostumbrarse a vivir con el delito se requiere de la sociedad, de cada uno de las personas honestas que la integran una actitud dinámica, activa, que exija a las autoridades por sus derechos, que reclame, que opine, que critique que ponga de manifiesto que rechazan el sistema clientelar que ha reemplazado a la república y que no renunciará a una justicia independiente, que instará el castigo e los ladrones de nuestras riquezas, de nuestra forma de vida, de los que que matan a nuestros hijos, a los narcos, a los que hacen fortunas con la trata, con el juego, con la prostitución.
Este pueblo noble debe despertar, los malvados nos están ganando por goleada, han llegado a proyectar un código penal que destruye los valores que hacen a la esencia de esta gloriosa nación, por ello no es aceptable ninguna actitud pasiva, conformista, resignada.
El hombre de a pie debe reclamar a sus gobernantes el riguroso respeto a los valores como la honestidad, la decencia, el honor, gritar por sus derechos a tener una educación de excelencia, un trabajo y una vivienda digna, a participar en las grandes decisiones que hacen a su día a día y que por haberlo omitido hasta el momento lo ha llevado a este presente sin futuro.
Por su parte el que manda no puede seguir obviando la Constitución Nacional y las Leyes que garantizan al pueblo que los ha designado como sus representantes el bienestar general, los beneficios de la libertad, la garantía de una vida en paz y orden donde pueda formar una familia y criar a sus hijos sin temor a que sean asesinados por nada, que les destruyan la mente con la droga, el alcohol, el juego que abruma.
Así no puede soslayarse esta exhortación a no acostumbrarse a vivir con el delito, a reivindicar los valores a consolidar la familia, porque es la única manera de poder salir de esta trampa mortal en que estamos inmersos, con un estado ausente, a merced de las grandes organizaciones del mal, de los estupefacientes, la trata de personas, del juego y la corrupción..
Nadie hará nada por conseguir la pretensión enunciada en el texto que precede más que cada uno de los hombres honrados y buenos que son mayoría en este país amenazado por sinvergüenzas y criminales, exigiendo, clamando, enfrentando con los tapones de punta a cada uno a los malandras de toda laya que intenten oponerse a nuestro intención de paz, educación y trabajo, haciendo realidad el viejo refran español según el cual ¡El que la hace la paga! |