El gobierno definitivamente ha decidido saltar al vacío y llevarnos consigo al choque fatal con la dura roca.
La leyes de desabastecimiento y antiterrorista son el desatino final que nos depara la señora Presidenta Cristina Fernández y la tropa de La Campora para acabar con el empresariado nacional y extranjero y con ello multiplicar el desempleo, la miseria y el hambre.
El desprestigio internacional que nos hemos ganado por soberbios incumplidores, plenos de ineptitud, ciegos de estéril arrogancia, se ha sumado al descalabro económico financiero y social interno y como si nos hubiéramos transformado en el pariente indeseable de la familia universal, países hasta ayer amigos hoy se alejan de nosotros como si estuviéramos infectados con el virus de la muerte.
Cada día somos vapuleados en los más diversos tribunales del mundo donde se multiplican demandas ejecutivas, reclamos de embargos, se rastrean en cientos de países cuentas bancarias donde puedan haber recalado recursos de la corrupción que convirtió al país en tierra arrasada.
El narcotráfico produce, negocia y mata impunemente, sin necesidad de cuidado, la trata prolifera en múltiples prostíbulos habilitados con el guiño de las autoridades de turno mientras el hombre común expone su pellejo cada día cuando sale a la calle, convertida en campo de batalla, en busca de la changa que le permita superar un día más en este país de sobrevivientes.
Lo expuesto parece una exageración, una descripción de la realidad en letras catástrofes, puede ser, pero Alberdi ya advertía que"... en situaciones tempestuosas, de malos tiempos, era necesario exagerar las verdades que no son vistas por los ojos comunes" (Juan bautista Alberdi, Obras Selectas).
Mientras tanto los funcionarios autistas siguen mortificando en los medios con propaganda oficial absurda, que muestra el desapego con la realidad, la negativa de los gobernantes a enfrentar y resolver las carencias de la gente, que en cada jornada son más básicas e intensas, y así mientras las ciudades se llenan de negocios y fábricas cerradas, las villas y tomas se extienden a su alrededor como ostensible expresión de la ominosa indigencia.
En suma se ha perdido el rumbo, los representantes del pueblo se han salido del camino del buen gobierno y no encuentran la manera de retornar a la senda correcta, ausentes de ideas y de grandeza, obviando el interés general. abandonan impúdicamente al pueblo, víctima reiterada e inocente de las tropelías de sus gobernantes.
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