En el programa Desde el Llano que conduce el periodista Joaquín Morales Solá por el canal TN, el Dr. Juan Manuel de La Sota dijo que la clave para no repetir una y otra vez los errores de los gobiernos civiles de los últimos 30 años es que los políticos que sean elegidos abandonen la prioridad de su propio enriquecimiento y beneficien al pueblo que los ha votado, que hasta aquí sólo hemos visto políticos ricos y un pueblo pobre y maltratado.
Tal afirmación es realmente la clave para que la democracia republicana que manda el artículo 1º de la Constitución Nacional deje de ser letra escrita de la carta Magna para convertirse en un realidad plena y espléndida, que lleve al destino de grandeza que nos merecemos por la calidad del elemento humano que habita esta tierras y las riquezas que Dios esparció generosamente en el argentino suelo.
Lamentablemente esta aspiración siempre se trunca porque desde el intendente hasta el presidente los partidos políticos postulan a los más audaces y ladinos, a los astutos con ostensible afán de poder y enriquecimiento personal acelerado, haciendo uso y abuso de las prerrogativas que otorga al cargo público en que han sido designados.
El hombre de a pie, el honesto, ese tipo brillante pero austero y riguroso jamás será tenido en cuenta porque no da el tipo para promesas que jamás se cumplirán, para rodear la función que podría asignársele de amigos, parientes y afines a la fracción triunfante que acotarán su trabajo, lo condicionarán y cuando intente rebelarse lo estigmatizarán como paso previo a echarlo a empujones, ignominiosamente, con brutalidad no disimulada.
Los políticos argentinos - salvo el Dr. Arturo Umberto Illía - han actuado inveteradamente de manera autoritaria, en beneficio propio, decidiendo según su conveniencia particular o del partido, la estatización o la privatización de los bienes públicos que son de todos pero que una vez que acceden al poder los políticos los usan, administran y disponen como propios, mientras el pueblo manso es un simple espectador del acontecer político, involucrado solamente al tiempo de votar, receptor de infinidad de mentiras que como los sueños jamás se realizan.
Sin duda que el Dr. Juan Manuel de La Sota acertó al clamar que cese la acción de los políticos que buscan el poder para enriquecerse a costa del empobrecimiento del pueblo, que ya no puede ser la realidad de políticos ricos con pueblo pobre, pero para conseguirlo se requiere vocación de servicio y espíritu de grandeza en los hombres que asuman el gobierno de la Nación y allí, cuando ocurra tan fantástico suceso , cuando esa clase de individuos lleguen al poder, cuando la corrupción estructural se haya convertido en una mala y lejana pesadilla, los argentinos nos pondremos en el camino de la cordura y la sensatez y el reclamo del dirigente cordobés se habrá cumplido finalmente. |