Hasta tiempos recientes Argentina era un lugar de paso y eventualmente de producción de estupefacientes que tenia por destinos países extranjeros de consumo relevante, pero hoy ello cambió, la droga no sólo transita por el país rumbo a otros Estados sino que se produce intensivamente y la mitad de lo elaborado se consume dentro del territorio nacional lo que significa un aumento dramático de la adicción a la cocaína, la marihuana, el paco, las drogas sintéticas a tal punto que se ha duplicado en los últimos diez años y en razón de ello y su penetración institucional corremos el riesgo de convertirnos en un narco-Estado.
Así se ha indicado que “Luego de una década de errores, omisiones y complicidades, el poder narco se ha convertido en la amenaza a la gobernabilidad más significativa que enfrenta el país. Su impacto en la juventud, en la sociedad en su conjunto y en las instituciones genera una trama de intereses en la que se juega si la Argentina se convierte o no en un narco-Estado, capaz de modificar para siempre nuestra forma de vida, poner en riesgo los valores de nuestra sociedad y naturalizar la violencia y el sometimiento.” (Ver sobre el punto “Ante el riesgo de ser un narco-Estado” por Eugenio Burzaco en La nación On Line del 21/10/04).
Aquí es oportuno señalar que el término narco-estado o narcoestado (de narco: droga y estado: conjunto de instituciones) es un neologismo que se aplica a aquellos países cuyas instituciones políticas se encuentran influenciadas de manera importante por el narcotráfico, y cuyos dirigentes desempeñan simultáneamente cargos como funcionarios gubernamentales y miembros de las redes del tráfico de drogas narcóticas ilegales, amparados por sus potestades legales
El narco-estado se deriva del término «Estado Profundo» (en turco:derin devlet), como las relaciones entre fuerzas de seguridad, mafia y grupos nacionalistas; y por Peter Dale Scott como la «simbiosis entre los gobiernos (y en particular sus agencias de inteligencia) y las asociaciones criminales».
A partir de ese acontecimiento, los carteles de la droga, mediante millonarios aportes económicos, financian las candidaturas de políticos a cargos públicos electivos a cambio de garantizarles impunidad, protección y amparo del poder estatal en sus operaciones. Asimismo, dicho poder se ha extendido a los estamentos militares y policiales, aprovechando las bajas condiciones de vida de sus componentes para infiltrarlos y corromperlos para que sirvan a sus intereses.
Un país o territorio para alcanzar ese estatus debe caracterizarse por un escaso poder de las autoridades, graves deficiencias legales, un Estado demasiado débil y funcionarios permeables a la corrupción.(Ver sobre el punto Wilkipedia narco-Estado).
En suma el crecimiento que ha adquirido en Argentina la producción y consumo de drogas obliga a implementar una rigurosa y efectiva política de lucha contra tamaño flagelo, con seriedad, convicción y capacidad, en tanto está en juego la existencia misma de la Nación, evitando -ahora que estamos a tiempo - que como ha sucedido en otros países el poder institucional caiga en manos de los narcotraficantes, introduciéndose y decidiendo desde los distintos departamentos del Estado. |