El triunfo de Cambiemos respecto del FPV en las elecciones del 23/11/2013 es mucho mayor que lo que muestran los tres puntos de diferencia entre una y otra fuerza política ya que vencer al miedo en cualquiera de sus características es excepcional y sólo se logra cuando existe una fuerte de convicción de conseguir un objetivo trascendente que en el caso no fue otro que lograr de una vez y para siempre que Argentina se convierta en una esperanzadora democracia republicana, donde paulatinamente los feudos autoritarios provinciales dejen de ser por efecto contagio del gobierno nacional electo y la autoridad moral que ejerce la costumbre que el pueblo lleve a los mejores al poder.

Sin duda que derrotar al temor proclamado desde las tribunas por el kirchnerismo afirmando que un triunfo de Macri llevaría a la pérdida de millones de subsidios, empleos y asignaciones asegurando en general que el Estado se alejaría de los más necesitados dejándolos librados a su suerte por ser esa la doctrina de capitalismo salvaje que implicaba un triunfo de la oposición, fue no sólo una arenga reprochable por tomar como moneda de triunfo el pánico de los pobres que el FPV se encargó de incrementar en cada punto del país con una política de desempleo, quiebra de empresas, inseguridad, narcotráfico, abatiendo la educación, la salud pública, demoliendo el trabajo y las políticas de viviendas, condenando en suma a la miseria y a la indigencia a 2/3 de la población que ahora, si no votaban a Scioli, perderían las monedas con las que sobrevivían ignominiosamente.

Por eso este triunfo de Cambiemos marca una diferencia mucho mayor que lo que indican las cifras, es una victoria épica, ya que como dijo el presidente electo Mauricio Macri el pueblo hizo posible lo imposible, eligió asumir el riesgo de perder la dádiva indigna y perversa que los Kirchneristas utilizaron una y otra vez como elemento de presión para conseguir vencer la voluntad del que nada tiene diciendo fuerte y claro que estaban hartos de tanta soberbia, que lucharían por un buen trabajo y un salario digno, que la educación de excelencia no era una utopía, como tampoco la salud para todos y no sólo para los privilegiados que llegaban a tiempo al quirófano gracias al avión oficial siempre ausente para el paciente de a pie, que quizás construirían esa vivienda que hoy sólo era un bien reservado a punteros, amigos y referentes.

Así una multitud de valientes que eligieron romper las cadenas de la ominosa esclavitud oficialista, hicieron que todos los argentinos tengamos la esperanza que los derechos y garantías que la Constitución Nacional manda comiencen a realizarse, a afianzarse, a consolidarse de manera tal que nunca más puedan ser obviados por el funcionamiento natural de instituciones republicanas sólidas y alertas que impedirán tamaña tropelía en cada caso.