Hace unos minutos miraba televisión y aparece la imagen de una mujer que acababa de ser madre y rodeada de los cuatrillizos recién llegados al mundo, el entrevistador le pregunta a la parturienta si tenía algún miedo por ese múltiple nacimiento que no se esperaba - confieso que en mi mente se instaló una imagen que traducía una absoluta falta de recursos económicos, que la preocupación se instalaría en conseguir ayuda, trabajo una casa apropiada mas no fue esa la respuesta de la señora: clamó que el coronavirus no los atrapara.
Era natural, lógico, los padres desde el primer aliento de vida de los hijos viven pendientes de su salud y así toda la vida.
La respuesta que esperaba se correspondía si apreciamos la tremenda capacidad de contagiosidad y letalidad de este brutal virus que a medida que transcurre el tiempo adquiere mayor peligrosidad incorporando cepas como manaos y la británica sin que aparezca un remedio eficiente para acabar con ese bicho malvado.
Finalmente aseguro a la mujer que sonreía feliz con sus cuatro párvulos que tanto amor mostraba en sus ojos, brillante, su boca, puro esplendor y el prolongado abrazo a sus hijos, que empiece a acostumbrase a barbijos y alcohol en gel, y no dudo que vivirá feliz con esa multitud de piernas, bracitos y cabecitas.
Hoy su alegría es mi alegría y Dios verá que todo esté bien.
¡Felicidades a toda la familia! El bicho malo no entorpecerá el camino de esa maravillosa realidad. |