A pesar de ser porteño mi destino por esas cosas de la vida estuvo determinado por la provincia de Neuquén
Así al cumplir los 20 años me sortearon para el servicio militar obligatorio, el 777 dijo ejército y un día me subí al tren en Buenos Aires, lleno de compañeros de colimba y en una noche llena de estrellas llegué a Neuquén, muerto de frío, caminamos por la ruta, un compañero del servicio me tiró una manta y alivió mi friolera, ya de día llegamos al cuartel del Batallón de Ingenieros 181 y nos fueron dividiendo por compañía, lo cual resultó sencillo.
Entre los militares según mi experiencia las cosas son serias, cada uno cumple su rol, sin privilegios, por eso el hijo del mozo Manchini (yo) pudo cursar en el Liceo Militar y con fundamento en un examen de ingreso donde me becaron entre hijos de diplomáticos extranjeros, funcionarios, presidentes, etc., en una de las escuelas más importantes de la Argentina.
Volviendo a la colimba cuando fui caminando del batallón hasta la estación de trenes para volver a mi casa en Buenos Aires, se me caían las lágrimas, mi mejor amigo me abrazó y nos juntamos mil veces para recordar y reclamar que el servicio militar obligatorio debe volver.
En 1 año soldados de todas las provincias del país nos tornamos tremendamente amigos, participábamos en charlas, nuestras esperanzas, problemas, las buenas y las malas.
En una noche de guardia, entre los álamos, juré en soledad defender mi patria, estudiando, trabajando por la república y la democracia. |