El Dr. Nelson Castro desde distintos espacios en la T.V. nos enseñó de la enfermedad del poder que padecen políticos y gobernantes en general, y que últimamente ya cerca de las elecciones en Argentina se ha puesto de manifiesto en nuestro espléndido país pleno de riquezas y recursos naturales que deberían con un desarrollo inteligente, trabajo duro y elemento humano idóneo habernos colocado en el pináculo de las naciones.
Ello no ha sido así pues nuestros representantes son adictos de la enfermedad del poder que si bien se ha desarrollado en distintas áreas del quehacer social prevalece netamente en los políticos en general quienes transforman cualidades como la confianza y la seguridad tornándolas en arrogancia y prepotencia.
El nombre de esta condición se deriva de hybris concepto griego que significa desmesura y hoy alude al orgullo o a la confianza exagerada que aparece cuando se ejerce alguna posición de mando como la presidencia, la gobernación de una provincia o la intendencia de una ciudad.
En el sitio tiempo.com/salud se indica que David Owen, médico y político británico, escribió en su libro «“El poder y la enfermedad” que desde la antigüedad el tema de 'hybris´ fue estudiado y expuesto por filósofos de la talla de Aristóteles, Platón, Heródoto que desarrolló con fuerza en el drama griego».
Asegura Owen que la trayectoria de la «hybris» en los dramas griegos tenía más o menos las siguientes etapas «El héroe se gana la gloria y la aclamación al obtener un éxito inusitado contra todo pronóstico. La experiencia se le sube a la cabeza y empieza a tratar a los demás - simples mortales corrientes -, con desprecio y desdén y llega a tener tanta fe en sus propias facultades que empieza a creerse capaz de cualquier cosa».
Entiendo que gobernantes como Juan Domingo Perón y Elizabeth Fernández han puesto de manifiesto en sus acciones padecer esta enfermedad que no pueden evitar y que culmina obviando el preámbulo de la Constitución y al hacer priorizan sus intereses individuales obviando el bien público. |