En una reciente carta que envíe a ese diario expresé que no entendía que 70.000 personas que viven plenas de privaciones, desborden estadios para ovacionar a la Sra. Vicepresidente a cargo del ejecutivo y más aún que haya sido elegida 4 veces para asumir la primera magistratura del país a pesar de ser consideradas sus gestiones como los peores gobiernos de esta desafortunada nación, además de cosechar la autoría de innumerables delitos graves contra el estado y quizás por padecer el síndrome de hybris según nos enseñó el Dr. Nelson Castro no duda en que puede hacer lo que se le antoje sin rendir cuentas a nadie como por ejemplo su viaje en el avión Tango 01 para realizar su mudanza privada al Calafate, o llegar con el helicóptero oficial al acto político del «día del militante» hechos sancionados por el art. 260 del Código Penal, tipificados como malversación de fondos públicos con una pena de 1 mes a 3 años «destacando que esos delitos son de carácter instantáneo y se perfeccionan en el momento en que el sujeto se apodera efectivamente de los bienes que le han sido dados o puesto a su custodia» (C.Crim. Santa Fe, Sala II, 21/12/1979).

El acto de La Campora fue una gran fiesta con funcionarios de pura farra y la señora Vicepresidente bailando y cantando festejando por haber llegado al tope inflacionario.

Pasé horas buscando una explicación y así me encuentro con un brillante trabajo referido al síndrome de Estocolmo escrito por la periodista Carolina Vásquez Araya publicado en www.contrainfo.com que dice: «Para enfrentar los abusos, es preciso perder el miedo a combatirlos. Se utiliza el término ‘síndrome de Estocolmo’ para describir una experiencia psicológica paradójica en la cual se desarrolla un vínculo afectivo entre los rehenes y sus captores. ...Las circunstancias que hacen posible la toma del poder político por parte de los individuos corruptos carentes de visión tiene mucho que ver con la manipulación de los recursos públicos con objetivos ilegales o ilegítimos. De este modo se consigue rebajar de manera sistemática las expectativas de desarrollo y supervivencia de grandes sectores de la población, quienes al final aceptan como algo natural otorgar no sólo su aprobación sino también sus recursos económicos al sistema que coarta sus libertades y se apodera de sus riquezas. Como regalo adicional, alimentan el poder de sus captores con absoluta sumisión».

Cualquier semejanza con los regímenes kirchneristas no es pura coincidencia, es un flagelo que aún debemos soportar 11 largos y penosos meses, siempre y cuando este pueblo, que parece disfrutar de la sumisión y los caprichos de Elisabet Fernández decida reelegirla por otros 4 años más, salvo que el exilio se haya completado y para disgusto de Juan Bautista Alberdi Argentina a ese tiempo, sea sólo viento y desierto, un inmenso páramo despoblado.