El ministro de seguridad de la Nación Aníbal Fernández acaba de afirmar de manera agresiva que si en las elecciones gana la oposición la calle se llenará de sangre y muertes.

Graves e injustas amenazas que aparecen absolutamente incomprensibles si consideramos que la víctima es un país hundido en la pobreza, en la miseria temible donde aun teniendo trabajo en blanco de relevancia  el salario en cualquier circunstancia no alcanza para satisfacer la necesidades básicas de una familia tipo, por alquileres inalcanzables y precios de bienes y servicios que aumentan brutalmente y apreciando también que el gobierno que integra Aníbal Fernández es el que nos destruyó, nos robó, se burló de la confianza que el pueblo -hoy humillado y empobrecido- le otorgó al tiempo de votar.

Sin duda ha sido el peor gobierno que los argentinos han padecido en su historia democrática y así en lugar de pedir perdón amenaza con muerte y sangre.

El pueblo debe rechazar tamaña amenaza con una paliza terminal en las urnas, que desaparezcan para siempre de la escena política argentina, que los delitos que han cometido en ejercicio del poder se castiguen conforme a derecho, que restituyan sin quitas el dinero que sustrajeron sin vergüenza ni pudor.

Lamento tanto la situación de postración en que el kirchnerismo nos ha dejado provocando no sólo que no tengamos reservas para atenuar la inflación, sino que ya no hay alimentos, remedios, y las góndolas vacías son el reflejo de la incapacidad de gestión de los que nos están gobernando que no ven la mejor manera de culminar su gestión más que amenazando a un pueblo maltrecho con muerte y sangre.