En un excelente libro titulado "La sociedad decente", Avishai Margalit (profesor de filosofía israelí, docente del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Princeton, Estados Unidos) sostiene que las sociedades son decentes cuando respetan a sus miembros e indecentes cuando los humillan considerando a la humillación como un tipo de conducta o condición que constituye una buena razón para que una persona considere que se le ha faltado el respeto.
Sobre el particular dice: "Respeto y humillación son los términos que delimitan si una sociedad es decente o no lo es. En aquellas que lo son, las instituciones funcionan y cumplen debidamente con su función de garantizar el respeto a las personas, a su condición de sujetos y de ciudadanos. Ese es un deber de las instituciones y un derecho de la personas. Hay humillación cuando un grupo, desde una posición de poder, excluye a otros como miembros de la sociedad que, en la concepción de ese grupo, queda reducido a los que comparten ideas e intereses"(Ver www.lanacion.com.ar del 02/03/2012).
El concepto expresado en el párrafo precedente puede apreciarse en Argentina tanto respecto del gobierno nacional como de las distintas provincias donde la inclusión rige respecto de aquellos que adhieran al modelo mientras que los que no estén de acuerdo con él además de ser tildados de opositores destituyentes, son marginados en tanto se persigue el pensamiento único sin aceptar el debate con el que tiene una idea distintas de los problemas que afectan a la sociedad y la manera de resolverlos.
Desde el punto de vista del autor citado existe humillación y consecuentemente degradación social y política en los siguientes casos: a) Cuando las instituciones invaden la vida de las personas. b) Cuando la burocracia, que se financia con dinero público proveniente de los impuestos, trata a los ciudadanos como números o como medios para los fines del gobierno. c) Cuando, a través de planes asistenciales clientelistas se lleva a los necesitados a acreditar y mantener su condición de tales. d) Cuando se quita autonomía a los necesitados y los acostumbra a vivir de subsidios empujándolos a dudar de su propia capacidad de auto sustentación y naturalizando así su condición, creándose una dependencia perversa entre ellos y el gobierno. e) Cuando dificulta la creación o mantención de puestos de trabajo, cuando crea condiciones para el aumento del empleo marginal (en negro) o cuando otorga trabajo como una dádiva, cuando en verdad el trabajo es un derecho. f) Cuando la justicia es funcional a los intereses del poder. Lo expuesto son ejemplos de una sociedad ausente de respeto por sus miembros, autoritaria, sin apego a la democracia republicana, donde la división de poderes es una mera formalidad ya que sólo importa lo que decide el titular del poder ejecutivo mientras los legisladores y jueces por miedo a perder los favores del amo se someten a sus pretensiones, asintiendo con una sonrisa cómplice, agachando la cabeza, aplaudiendo desaforadamente sus decires y argumentos pues jamás, nunca, ni por casualidad, sacarán los pies del plato. |