En la editorial del diario Río Negro del 26/06/2013 se comenta: "Aun cuando resultara que los políticos corruptos fueran más eficaces que sus congéneres honestos, planteo éste que se expresa mediante la consigna por lo común tácita "roban pero hacen", confiarles el manejo del Estado y de la economía nacional sería un error gravísimo porque andando el tiempo subordinarían todo a la evolución de su propio patrimonio."
Lo expuesto en el párrafo precedente pone de manifiesto una práctica habitual del pueblo argentino al tiempo de votar y relacionada con la amplia aceptación de la corrupción en la sociedad que conforme a una reciente encuesta publicada por la Universidad Católica Argentina y difundida por los distintos medios alcanza - en sus diferentes matices - al 70% de la población.
Lo dicho está estrechamente vinculado con la circunstancia que los argentinos en los hechos, en la vida cotidiana, rechazan las rigurosidades y austeridad que hace a la esencia de la democracia republicana - consagrada por el art. 1º de la Constitución Nacional - asumiendo en su reemplazo el sistema que privilegia a los amigos y parientes al tiempo de cubrir un cargo público o cualquier responsabilidad que se encuentre vacante,
Para comprobar la veracidad de lo dicho basta con examinar las listas que se han presentado recientemente para las próximas elecciones que desbordan de familiaridad y afectos más allá de la idoneidad acreditada de los beneficiarios para ejercer el rol que habrán de actuar luego de ser elegidos.
Así ya acomodados en los respectivos sillones del cargo con que han sido honrados los titulares de la voluntad popular se encargan de designar a sus vínculos íntimos que normalmente no tienen ninguna idea de la cuestión que se le ha encomendado ¡Pero como vamos a dejar afuera al primo Jorge que es un tipazo!
Así los Departamentos del Estado se van cubriendo con individuos que son macanudos, con carisma, pero lejos de contar con las aptitudes técnicas, de experiencia y con vocación por procurar el bienestar general.
Lo dicho puede comprobarse también si nos molestamos en curiosear los apellidos que integran la planta de cualquiera de los tres Poderes del Estado, Ejecutivo, Legislativo y Judicial o los Organismos de la Administración y veremos que la herencia y la amistad son reglas de estricto cumplimiento para ocupar cualquier cargo.
Lo expuesto es desafortunadamente cierto, no hay nada de falso o erróneo en lo dicho y es el hábito nacional que nos ha llevado a esta situación de postración en el concierto de las naciones, porque aceptamos ciegamente, sin cuestionar y hasta con miedo de publicarlo, que aceptamos el nepotismo más descarado que debe existir en cualquier sociedad del mundo, en el que siempre están ausentes los mejores, los más capaces , que acaban frustrándose o migrando, porque no son amigos, parientes o afines del amo de turno.
Así terminamos repitiéndonos en nuestros errores, aceptando la consigna que "roba pero hace", defraudados cuando "roba y además no hace", privilegiando insensatamente el nepotismo a la idoneidad. |
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