La violencia y la inseguridad se han transformado en asuntos que parecen no tener solución
Se incrementan día a día y se ponen de manifiesto con actos de brutalidad inusitada, perversos, en tanto se ejerce habitualmente sobre los más débiles, como ancianos y niños, haciendo saber los criminales que en este país sin suerte la vida no vale nada.
Cada día los medios transmiten el horror de inocentes muertos por monedas, un celular o al tiempo de llegar a sus domicilio o dentro de ellos, aprovechando cualquier descuido para el abuso, el robo, la golpiza, la muerte.
En un par de días en cuatro "entraderas" tres terminaron fatalmente, acabamos de ver todos por internet como en un colegio público secundario los compañeros golpean salvajemente a un niño con un retraso mental abusando de su discapacidad, una mujer es torturada, asesinada y arrojada a un pozo ciego por su pareja, otra es golpeada y quemada con cigarrillos en su domicilio, una cuarta aparece ahorcada luego de horas de maltrato por su propio hijo menor de 17 años y después los casos atroces de "Carrera", "Ángeles" y tantos otros donde la desidia de los órganos de seguridad y justicia destacan una sociedad inerme ante el delito y la violencia.
Desde ya no basta inaugurar oficinas, comisarías, juzgados, si el elemento humano carece de la diligencia e idoneidad necesaria para enfrentarse con éxito a este festival criminal que se extiende al ámbito intrafamiliar donde la violencia de género, se va convirtiendo en una contingencia habitual y sin respuesta exitosa que logre eliminarla o al menos atenuarla.
Diversos factores han llevado a esta situación caótica entre los que figuran en lugares privilegiados el incremento desenfrenado de la comercialización y consumo de drogas preferentemente marihuana y cocaína, tasas de alcoholismo sin límites ni control, el abandono de la educación en masa por niños y jóvenes que los lleva a incursionar precozmente en el delitos para conseguir esos pesos que le permitan drogarse hasta matar o morir, la proliferación de casinos determinantes de la ludopatía desde que se decidió privatizar el juego, destacando aquí que hasta ese momento esta adicción era desconocida en el país.
Es tanto el camino a desandar para retornar a una convivencia pacífica y a una sociedad sin riesgos, tantos intereses en juego, tanta corrupción que desbaratar, que el retorno al buen camino aparece desalentador pero habiendo llegado a este punto no nos queda otra que actuar con valentía y decisión.
En suma por nuestros hijos y nietos, debemos tomar el toro por las astas y exigir a los que nos gobiernan que asuman la obligación de cumplir con estrictez los deberes que les impone la Constitución y las Leyes, las medidas de prevención, ordenamiento y sanción que sean menester para que vuelva la paz y tranquilidad al diario pasar de los argentinos. |