El actual gobierno tiene por delante veinte meses de gestión, esto es medio mandato, donde se deben dictar múltiples medidas tendientes a la gestión del día al día de los ciudadanos, dictar leyes trascendentes para procurar mejoras en educación, salud y educación, decidir cuestiones impostergables en relación al narcotráfico, la trata de personas, la regulación del juego, etc., todo ello mediante el debate de oficialismo y oposición en el Congreso
Por otro lado miles de causas aguardan la justa decisión de fiscales y magistrados, temas que hacen a asuntos prioritarios que no pueden ser postergados y que hacen a la libertad, la vida y los bienes de la gente.
También es preciso adoptar decisiones inmediatas y efectivas con las dos grandes preocupaciones de los argentinos esto es la inseguridad y la inflación y sin duda resolver asuntos de menor cuantía pero de importancia para la vida de los habitantes como colocar señales en las esquinas que indiquen claramente identificación de la calle y sentido del tránsito para orientar al conductor y a la vez evitar accidentes, en definitiva se requiera acción presta y eficaz por parte de todos los responsables de conducir el país hoy.
Pero eso no sucede, como si las elecciones fueran la semana que viene, nadie se ocupa de la gestión gubernamental inmediata y todos los dirigentes y autoridades argumentan, critican. defienden, resuelven con la mirada puesta en las elecciones del 2015 cuando para ello falta un largo trecho y así una vez más, como siempre, lo esencial es invisible a los ojos.
Si los que rigen los destinos de las distintas fuerzas políticas del país en cualquier jurisdicción, hicieran una pausa en ese obsesivo afán electoralista, desde el partido gobernante hasta el opositor más duro, se darían cuenta que del presente se han olvidado,que alegando el pasado viven en el futuro y por ello el hoy no existe.
Como en un truco de magia la ansiedad del poder lejano ha hecho desaparecer las urgencias inmediatas que no pueden postergarse para una próxima gestión, como indudablemente sucede con la inseguridad, la perdida acelerada del poder adquisitivo del salario, la naturaleza que se ha enloquecido y tiene a casi medio país viviendo con los pies en el agua, con casillas precarias destruidas, sin un plato de comida caliente, un lecho tibio.
La realidad se escapa de las manos y sólo existe la irrefrenable ansiedad por el carguito a conseguir en dos años sin atender el que hoy se detenta porque ese ya está y porque ya está no lo ejercemos dejando a infinidad de inquietudes ciudadanas actuales que no admiten demora, sin respuestas porque lo trascendente está adelante en esos 500 días que restan para asumir las carencias que agobian ya.
Quizás ese sea el principal problema de los argentinos no resolvemos los conflictos actuales por dedicar toda nuestra energía en instalarnos en el cachito de poder que debemos lograr mañana para seguir siendo.
En suma Argentina es ese raro país que nunca llegará a nada hasta que sus dirigentes no aprecien que para alcanzar el mañana primero debemos enfrentar y resolver el presente a la vez que no estaría nada mal que, paulatinamente, sepultemos el pasado - que tanto nos daña - en el olvido más profundo. |