La ética se identifica con el buen comportamiento, el ejemplo irreprochable, la conducta intachable.
Se traduce en la acción diaria de los individuos y es exigida rigurosamente en aquellos que integran el gobierno quienes han de proceder de una manera prudente, austera, equilibrada al tiempo de cumplir las las obligaciones asumidas con el pueblo soberano que los ha designado para que lo represente.
La corrupción, la anomia y la impunidad son las grandes enemigas de la ética.
Así, el enriquecimiento ilícito, las falsas promesas, el incumplimiento del imperativo constitucional de la idoneidad en el acceso a los cargos públicos, el trato preferente que recibe el interés particular respecto del interés general traducen el actuar corrupto que va debilitando rápida e inexorablemente el sustento ético de cualquier gobierno.
A su vez la anomia conspira contra la ética en este desafortunado país desde siempre, en tal sentido, Lucio V. Mansilla destacaba nuestra nativa negligencia y el desinterés por toda empresa de alto rumbo; Eduardo Wilde apreciaba una “...afanosa búsqueda de acomodo, donde se trabaje poco y se gane mucho”, Estalisnao Zeballos afirmó que "Se vive en plena confusión de los medios con los ideales”; Juan Agustín García en la Ciudad Indiana afirma "La podredumbre se inicia en las clases superiores, desciende y se infiltra en todo el organismo social... todos viven en una atmósfera de mentiras, fraudes y cohechos, la sociedad se educa en el desprecio de la ley”.
En el mismo sentido se pronunciaba Juan Francisco Linares al remarcar que se hacía culto al coraje y desprecio a la ley; a Charles Darwin llamó la atención que los argentinos ayudaran a escapar a los delincuentes y que fuera tan común el soborno a funcionarios; Alfredo Ebelot, un francés que visito el país a fines del siglo pasado destacó tres rasgos de los argentinos: son coimeros, entran muy a gusto en el peculado y cometen varias formas de viveza como manera de eludir la legalidad.
A George Clemenceau se le adjudica la frase: "La Argentina se salva gracias a que los políticos duermen y los gobernantes también, porque entonces roban menos horas al día".
Finalmente G. Bevione, abogado y político de prestigio en Italia, en su libro “L'Argentina” (1911) remarca que la dilapidación del dinero público, corruptela política, abandono de la justicia, odio difuso del trabajo productivo, prodigalidad del nuevo rico, todo lo cual afirma, está generando una gran crisis en el Argentina. Y agrega, el país está sacudido por el ave negra de la corrupción,...los empleados públicos no trabajan, la coima corre siempre, la presión fiscal es fuertísima. Sostiene también que “es un país donde el poder judicial no tiene independencia y el poder ejecutivo no tiene frenos" (Todo en “La anomia y su influencia en problemas de ineficiencia social e ilegalidad en Argentina”. Documento de Trabajo 218. Universidad de Belgrano de Ana Kunz, obra citada, págs. 6 y 7).
Por último indico que cualquier tropelía es encubierta, obviada, cuando aparecen involucrados funcionarios, amigos, referentes y parientes de los dueños del poder o medien compromisos o favores, acabando los privilegiados autores impúdicamente impunes.
Entiendo que luego de tanto trajín donde los buenos vienen perdiendo holgadamente es hora que la anomia y la impunidad dejen de ser y se otorgue una amplia oportunidad al buen comportamiento, al ejemplo irreprochable, a la conducta intachable, a la ética en suma. |