Ayer por la tarde llegando a casa me tope con un anciano con lágrimas en los ojos quien me contaba que las personas que lo cuidaban se habían olvidado de él, que hacía 48 horas que no hablaba con nadie, que desde la noche anterior no había probado bocado, que entendía a su cuidadores pues tenían sus problemas pero no podía dejar de sentirse inmensamente triste porque luego de toda una vida de trabajo se había convertido en una pesada carga, que no me preocupara, que se había acostumbrado al silencio y la omisión, que sólo era un mal momento.
Lo invité a mi casa a comer algo me dijo que estaba bien, que ya se arreglaría. le dije de tomar unos mates y charlar un poco y ahí aceptó.
Habló de todo, tantas cosas que decir guardadas en su silencio, fue un monólogo, un desahogo, tanto abandono, tanto no ser pensado, tanta angustia se atropellaba en su decir; que vivo solo, que una persona me cuida, que nadie lo llama al celular que se compró para nada, que ya se había olvidado de la voz de sus hijos, de sus afectos, amigos y compañeros.
Cuando le pregunté de que se ocupaba sólo dijo que era jubilado, que lo habían echado a patadas de su último trabajo porque tenía la mala costumbre de decir verdades que siempre molestan a los oídos de los amos, bromeó con la tonada de Larralde "nadie salió a despedirme cuando me fui de la estancia, solamente el ovejero, un perro, cosas que pasan" ¡grande el Pampa, exclamó! y añadió "yo terminaré más o menos así".
Reiteró que vivía solo, que no quería molestar a nadie, que no le tenía miedo a la muerte, que la esperaba en paz, que la depresión, que son cosas de la vida, que como dice Serrat "A los viejos se los aparta después de habernos servido bien", que mire a cuantos se los descubre muertos después de días por el olor, que a otros los llegan a encontrar momificados después de años, que los viejos vivimos tiempos duros, que gracias por los mates y la charla, que adiós.
Cerré la puerta me llegué a la computadora busqué una nota que escribí "Ocupándonos de los viejos" allí me topé con una cita de Arnold Kraus de su libro "Vejez y soledad" que dice:"La soledad en la vejez, contiene la crudeza de los años que no regresan y la imposibilidad de instalarse en la corriente de la modernidad. La dureza de esas certezas excluye. Son minoría los viejos felices. La exclusión es un fenómeno doloroso que exacerba los sinsabores de los achaques y la realidad del tiempo que nunca regresa"
Me levanté, corrí a la calle con la esperanza de encontrarlo, estaba en la esquina, retorciendo la gorra, me acerqué le pedí su dirección le prometí - y cumpliré - que cada día pasaría a tomar unos mates, que llevaría facturas, que nos estamos viendo. |