Ayer a la tarde me llegué a matear a la casa de Juan, mi nuevo amigo anciano con quien se va armando una relación intensa, plena de charlas donde intercambiamos pedacitos de nuestras vivencias, ideas, inquietudes, anécdotas y hasta nos animamos a filosofar, a explayarnos sobre la felicidad, el sentido de la vida, la fatalidad de la muerte.
Entre mate y mate Juan me preguntó: decime Ningo ¿Vos tenés sueños?
- Por supuesto Juan, si que los tengo aunque te diría que todos se resumen en uno, Que los malos dejen de ganar por goleada, que algún día no sea verdad esa afirmación de Dolina "Vinieron los Sarracenos, nos dieron una paliza, que Dios ayuda a los malos, cuando son más que los buenos", sueño con hombres honestos que nos gobiernen, legisladores que cumplan su rol construyendo el bienestar general más allá del propio, que una justicia de hombres y mujeres sabios, honrados e independientes den a cada uno lo suyo.
- Buen sueño Ningo, me dijo Juan.
- ¿Y vos, Juan, tenés sueños? pregunté
- Los tuve, Ningo, los tuve, y como el tuyo se puede reducir a una obstinada ilusión: armar la gran familia, unirme a una buena mujer y tirando juntos encontrar la felicidad en el amor de las pequeñas cosas, de los hijos, de los nietos, de abrazos fuertes, que no conseguí, que se frustró, es sólo nostalgia, tristeza por lo que se ha perdido, tal vez porque nunca pasó de ser una fantasía, un sueño, un proyecto, una esperanza sin probabilidad de realizarse y por ello estoy al fin de la vida en el rincón de las penitencias, en esta inmensa e inevitable soledad.
Guardé silencio respetuoso ante tanta pena contundente y ansioso interrogué a Juan.
- ¿Querés decirme que los sueños no se cumplen?, que jamás veré a este país gobernado por hombres y mujeres decentes que lo lleven a la cima de las naciones.
- Es que los sueños son utopías, exageraciones optimistas de la mente que nunca han de ser, y tan convencido estoy de ello que no sólo afirmo que tu sueño nunca se realizará sino que además te voy a hacer un regalo.
-¿Un regalo?
- Si Ningo te regalo el celular que te dije había comprado para nada, está virgen, no conozco ni la manera de su tono, y si alguien llamara seguramente no lo reconocería pues ya olvidé hasta la voz de mis hijos, pagué unos pesos por un sueño que se concretó en un eterno silencio que duele, que lastima.
- No puedo aceptarlo Juan, es tu esperanza, tu ilusión.
- Justamente Ningo, por eso debés aceptarlo, vos le darás un buen uso y cada vez que te llamen me recordarás.
Me levanté para irme, el yugo me esperaba inflexible y antes de partir le dije a Juan:
- Bueno amigo, debo dejarte por hoy, el trabajo me reclama, acepto el regalo con la condición que cuando hijos, afectos y amigos te llamen volverá a tus manos. Chau Juan.
- Nunca me llamarán, fue un sueño, como la vida, recordá a Calderón de la Barca: “¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño,y los sueños, sueños son". Nos estamos viendo amigo. |