El narcotráfico y la trata de personas son los dos grandes flagelos delictivos de los últimos diez años y se han instalado con tal fuerza que hoy la sociedad aparece impotente para combatirlo en tanto el gobierno no los ha atacado con la fuerza y rigurosidad que ameritaban entre otras motivos por carecer de una infraestructura de prevención y de sanciones, por ser dos cuestiones que carecían de la relevancia que han adquirido en poco tiempo, son graves dramas que explotaron súbitamente en nuestras manos y no sabemos como atenuar sus efectos y menos erradicarlos, mientras sus secuelas de abuso y muerte van haciendo trizas el orden y la paz cotidiana convirtiendo cada jornada en un infierno de violencia indescriptible.

El crimen organizado se ha asentado en las villas que circundan las grandes urbes además de diseminarse en cada rincón del país aprovechando que el gobierno ha dejado de ocuparse con seriedad de la adolescencia y la juventud, que sin empleo ni educación se ha convertido en materia prima idónea para ser captada por el narcotráfico y la trata, vidas nuevas que carecen de futuro, que matan y mueren precozmente, que el estado ha marginado por negligencia, por gobiernos que carecen de metas de grandeza, que a pesar de aludir de los derechos humanos en mil discursos omiten resguardarlos ocupándose de la debida nutrición de los niños pobres, de brindarles una educación de excelencia a la juventud, de generar empleos genuinos con sueldos dignos, provocando tal falta de interés condiciones inmejorables para que el narcotráfico y la trata de personas se consoliden y desarrollen impunes, sin límites ni frenos.

Así aparece oportuno que las autoridades pongan en práctica planes de prevención eficaces, que le brinden a los adolescentes y jóvenes carenciados una opción que no sea el delito, con escuelas, instituciones deportivas, renovar los clubes de barrio con canchas de fútbol de salón, de básquet o vóley, otorgar créditos blandos para instalar pequeñas empresas o talleres, colocar dependencias policiales en el centro mismo de las villas, construir establecimientos de doble escolaridad con comedores que ofrezcan un menú nutritivo, procurar estímulos a través del deporte, y en suma implementar en lugares claves toda actividad que sirva para retomar los espacios que hoy son copados por el narcotráfico y sus secuelas de promiscuidad y degradación.

Lo dicho es un llamado a las autoridades a que ejerzan el rol para el que han sido elegidas, que gobiernen con miras en ayudar a los más vulnerables a superar sus carencias, ubicarlos en el camino de la educación y el trabajo productivo, erradicar el narcotráfico y la trata con firmeza y seriedad.

Ahora es el momento, es una cuestión que no admite demora pues son males que se extienden con extrema celeridad y requieren una cirugía profunda para exterminarlos definitivamente, extirpando para siempre las causas de tanto dolor.