En la elecciones de Tucumán los votos opositores al oficialismo se rompieron, se robaron o se quemaron y ello no puede ser en democracia, ello es propio de las dictaduras encubiertas donde se admite una sola expresión válida, aquella que se decida por el amo de turno y para lograrlo se utilizan ingentes montos de dinero para comprar votos, autoridades de mesas, fiscales, punteros, militantes con mochilas llenas de boletas robadas del candidato que no representa al oficialismo, y que finalmente terminarán en algún baldío, curso de agua o donde sea pero siempre fuera de las mesas de votación donde el ciudadano busca inútilmente la boleta del postulante en cuestión.
Obviamente esto no puede seguir así, las próximas elecciones deben necesariamente cambiar el sistema vigente por uno absolutamente seguro, que impida el fraude en cualquier caso, aunque para ello sea necesario postergar las fechas del calendario electoral.
El inminente acto eleccionario adquiere especial relevancia pues luego de 12 años de gobierno kirchnerista la oposición debe tener una posibilidad sería de competir sin que medien maniobras fraudulentas que frustren ilícitamente sus aspiraciones y los ciudadanos el derecho a elegir segura y lícitamente al partido que considere adecuado para satisfacer sus pretensiones.
Se ha demostrado con la elección en la CABA que el sistema electrónico es eficaz, de rápìda resolución y a prueba de fraude y por ello no dudo en afirmar que esa manera debe instrumentarse en todo el país y en cualquier tipo de elección, municipal, provincial o nacional.
En cualquier caso y para el supuesto de que no exista tiempo para concretar en toda la Nación el sistema indicado lo obvio del fraude en Tucumán no puede ser avalado y la justicia electoral debe proceder a anular la elección íntegramente y en el interín el Gobierno Nacional tendrá que ajustar una forma de sufragar que evite el fraude que le quita legitimidad a la designación de autoridades en democracia. |