El día de ayer, 18/05/21, en horas de la mañana al llegar a la intersección de las calles Ejercito Argentino y Av. N. Avellaneda, intenté estacionar pero al hacerlo un trozo del cordón de la vereda, hizo trizas un neumático, bajamos resignados y en silencio cuando súbitamente apareció un muchacho de 24-25 años quien amablemente me dijo “No se haga problema señor, si ud. me permite, yo en un instante le cambió el neumático”.
Obviamente acepté y el joven, casi con alegría puso manos a la obra y en un par de minutos el drama dejó de existir.
Nos dimos el puño y le pregunto ¿Cuánto te debo?, “No, señor, no es nada, mi recompensa es que haya podido resolverle el problema en tiempo y forma, y con eso ya es suficiente”.
Reiteré mi ofrecimiento en vano, él se adelantó y me dijo “Señor ud. nunca hubiera podido hacer el arreglo con su hombro derecho fracturado en 5 partes”.
Esas palabras me turbaron, pues jamás dije del accidente que me destruyó el hombro, me volví para aclarar como sabía de mi accidente, pero ya no estaba.
Con mi veterana rapidez busqué en la esquina, dí vuelta la manzana y me agoté.
Con la incógnita subí al auto y en el asiento había una pequeña pluma, blanca, inmaculada, mi esposa mi miró y me dijo “Habrá sido alguno de tus ángeles, que tantas veces te rescataron de las malas”.
Seguramente dije, arranqué el auto y fuimos a casa.
(Esto lo inspiró un ángel real, se llama Guido y tiene un taller en Zapala, detrás de la EPET 11) |