A 33 días de iniciada la guerra, el pueblo de Byshiv ubicado en las cercanías de la capital Kiev literalmente desapareció de la faz de la tierra, sometido a feroces ataques de bombas y misiles, apenas puede verse una porción de la iglesia conformada por una parte de la cúpula y un vidrio con una figura religiosa, luego todo lo que constituía un pueblo relevante en el interior de Ucrania ya no existe
Los libros y cuadernos desparramados en el piso al aire libre al lado de una pared que abundaba en impactos de balas y esquirlas de misiles indicaban que allí existió una escuela que se esfumó a consecuencia de la violencia incomprensible que caracteriza a las contiendas guerreras más cruentas (Nelson Castro, TN).
Es increíble que todo un pueblo se haya transformado en una pila de escombros, ladrillos, desolación y ausencia.
En pocas palabras intento reflejar la crueldad de la guerra, su inutilidad, su brutalidad, lo único cierto de la decisión de Putin de arrasar Ucrania de manera tan cruel y sangrienta solo se explica por una motivación personal y un profundo resentimiento que surge cada vez que Ucrania parece moverse fuera de la órbita de Rusia, en especial al asumir a la democracia como gobierno, tal como lo dice Myers autor de la biografía «El nuevo zar, el ascenso y reinado de Vladimir Putin».
De todas maneras, la guerra es el último intento de resolver un conflicto, más cuando no existe provocación de la parte que es invadida y atacada, solo es un acto de barbarie caprichoso.
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