Brillante sol y celeste cielo, brisa fresca, toda la maravilla del lago Lacar a mi diestra, temprano en la mañana mis pulmones se llenan de ese aire húmedo y virginal de los buenos días de San Martin de los Andes.
Me siento satisfecho, feliz, mi corazón se llena de entusiasmo ante una nueva jornada que aparece gloriosa, sin grises, como siempre mis ojos se alzaron con la intención de encontrarse con la bandera de mi patria, la invencible enseña que nos ratifica el privilegio de vivir en esta tierra argentina bendecida por Dios y plagiando los viejos versos de Héctor Gagliardi voy buscando verla flamear en el mástil del puerto Lacar repitiendo mentalmente los versos del poeta “Es que a veces no podemos/expresar nuestro sentir/porque es difícil medir /hasta donde la queremos/pero por dentro sabemos/que hasta el alma se agiganta/cuando luce azul y blanca/con los colores del cielo”
Mi pretensión se ve frustrada pues el tope del mástil está vacio. La bandera argentina insólitamente brilla por su ausencia. Sin pensarlo demasiado interrogo a la autoridad de Prefectura el motivo de la falta
El cabo primero que me atiende me explica amablemente, que la bandera no le fue entregada por el municipio. Que hace un tiempo largo la última que lució en el mástil soportando vientos y malos tiempos fue quitada por el deterioro manifiesto.
Me dicen también que las autoridades municipales de San Martin de los Andes nunca más la repusieron, que el mástil no puede ser utilizado sin previa reparación, que han mandado varias notas etc., abundando me comentan que la mayoría de los mástiles del municipio como por ejemplo el del acceso al corredor de los lagos en el monumento a Roca también carece de la bandera nacional como otros ubicados en distintos puntos de la ciudad.
En un instante aparecen imágenes y millones de palabras sin sentido pronunciadas por todas las autoridades imaginables el día del bicentenario de la bandera. Mentiras, nada más que frases de ocasión. La realidad es una sola, concretamente en este supuesto que en el mástil del puerto Lacar, cabecera del corredor de los lagos en ese paisaje maravilloso de bosques, lagos y cielo la bandera nacional no está presente como si tuviéramos reparos, molestara verla flamear alentada por el viento..
Quizás las últimas palabras de su mentor al morir, el General Manuel Belgrano “¡¡Ay, Patria mía!!” presentían este destino de olvido del estandarte inmaculado de un pueblo que lo llevo con orgullo en cada batalla dando la vida por ella, con valentía sin peros.
En tanto de políticos devaluados ya nada espero sé que la gente, el hombre común, ese que enfrenta cada día con la intención de servir a su Patria, llenará el vacío de cada mástil con los colores del cielo.
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