Por razones particulares mi vida transcurre entre Zapala y San Martín de los Andes. El martes 4 volvía a Zapala y decidí completar el tanque de mi automóvil - carga 50 litros - en la estación de servicios de siempre, le entregué las llaves al empleado y pase a los sanitarios.

Al volver el trabajador estaba limpiando los vidrios, sin mirar el surtidor ni el marcador de combustible del auto, pregunté el precio por completar el combustible me dijo $170, le dejé una propina y con tanque lleno puse rumbo a mi destino.

A pocos kilómetros de Zapala la alarma de falta de nafta me indicaba que solo me quedaba combustible para llegar con suerte a la primer estación de servicio a la que arrivé con marcador en cero litros.

Revise minuciosamente el tanque combustible, mangueras motor y comprobé que el auto no perdía.

¿Cómo podía ser? cientos de veces hice el mismo trayecto y no gasto más de 23 litros y el tanque estaba lleno cuando salí de San Martín ¡¡¡O no!!!

¡¡¡O no!!! con signos de admiración pues el buen señor que "me completó" el tanque en San Martin y que pagué con propina, en verdad no logró llenarlo por algún problema; seguramente se registró la carga pero habría marcado en vacío, sin que se introdujera una sola gota de nafta en mi auto por alguna falla ocasional del surtidor ¡Seguro!.

De todas maneras como estas maravillosas cartas de lectores son un servicio a la comunidad repito un consejo que me dio la buena señora que lleno el tanque sediento de nafta de mi automóvil en Zapala: "Antes que comience el playero con la tarea de introducir combustible asegúrese que las marcas en el surtidor del precio y cantidad de litros estén en cero."

Haciendo hábito la recomendación de la empleada de Zapala seguramente ni el que firma, ni usted lector de esta misiva, se topará con la sorpresa de quedarse a mitad de camino por esos malditos surtidores fallados que registran una carga de combustible cuando ni una sola gota han volcado al tanque de su automóvil.