Estaba seguro de que culposamente había dejado pasar la fecha de renovar el carnet de conductor y para constatarlo con seguridad busqué el viejo y querido almanaque que durante años me habían obsequiado en distintos comercios amigos.  

Revolví los cajones del escritorio y el resultado fue negativo sucediéndome lo mismo con la puerta de la heladera donde solía pegarlos o los bolsillos de sacos y trajes raídos también por el inexorable paso de los días desde el momento en que me jubilé de mi trabajo formal. 

Tampoco los encontré en algún libro que tuviera a mano, un cuaderno de notas o entre las hojas de ese pesado tratado sobre la rapidez con que suceden las cosas sin darnos cuenta de que la computadora, el celular, los teléfonos inteligentes hicieron desaparecer los almanaques de bolsillo y otros de cartón plastificado que se colgaban en la pared de la oficina o las empresas te los remitían en coquetas cajitas para tenerlo como consulta diaria sobre la mesa de trabajo. 

Se lo comenté a un experto en informática de ese mundo nuevo que me pasó por encima y al preguntarle si ya había pasado el 9 de febrero me dijo que no, tocó una tecla de su celular y afirmó: “te faltan 8 días, fíjate en la compu”. 

¿En la qué?