En Villa La Angostura me topé con uno de los homenajes más relevantes a los héroes de Malvinas.
Fue casual, no busques carteles indicadores en la ciudad ni consignación alguna sobre su ubicación porque insólitamente no encontrarás ninguna y por eso aprovecho esta maravillosas cartas para indicarte el camino, justo en una de las esquinas del puerto angosturense aparece súbitamente una senda de tierra que comienza austera para transformarse paso a paso en una maravilla de árboles inmensos, de pájaros cuyos trinos se confunden y de un sol que te va guiando en un paraíso de belleza indescriptible.
Al final, casi cayendo al mágico Nahuel Huapi te sorprende un monumento vidriado donde se dibujan en celeste y blanco nuestras Islas Malvinas y en homenaje a los valientes soldados que dieron su vida por una ilusión soberana se impone el homenaje de uno de los más bellos poemas que pueda leerse, que conmociona y hace surgir de los ojos de los visitantes sensibles esa lágrima que se derrama por la garra eterna de nuestros niños guerreros.
Los versos dicen:
El fuego de tu huella
El cielo te vio nacer,
dió su luz y te invito a jugar,
a tu lado estuvo al crecer
de niño a hombre, fugaz.
De distintas gamas, tu piel
de Norte a Sur tu lugar,
de Oeste a Este tu faz
reflejo de tus sueños fue.
En la temerosa enmienda quedó,
sepultado a poco de nacer,
un disfraz que todo cubrió
la ilusión, el orgullo, el poder.
Testigo de tu llanto fue,
lucero de tu ofrenda fiel
consuelo lejano del ayer.
recuerdo del fuego de tu ser.
Allí estás hoy, soldado de mi tierra,
en tus Malvinas eternas,
celeste y blanco en tu alma,
en tu entierro y en tu herencia
Ana Gabriela Muente, Abril 2007 (Ganadora del concurso local de literatura "Islas Malvinas 25 años después", Villa La Angostura)
Si llegás al sitio de gloria dejá una flor por ellos. |